¿Qué es el
carbono azul?
El OIEA trabaja con expertos de todo el mundo para estudiar el carbono absorbido de forma orgánica, conocido como carbono azul, que capturan y almacenan, en particular, los ecosistemas costeros, como las praderas marinas, los manglares y las marismas. (Ilustración: A. Huescar Barber/OIEA)
Absorción de carbono por la vegetación costera.
El carbono azul es el carbono orgánico capturado y almacenado por el océano en ecosistemas costeros con vegetación, como los manglares, las marismas o las praderas marinas.
El carbono orgánico en estos ecosistemas de carbono azul se acumula en los sedimentos, donde se almacena.
Estos hábitats oceánicos se extienden a lo largo de nuestras costas, están presentes en todos los continentes salvo en la Antártida y cubren aproximadamente 50 millones de hectáreas, casi el doble del tamaño del Reino Unido.
Los ecosistemas de carbono azul pueden ayudar a las personas y a los medios costeros a mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos.
Esto no se debe solo a que los ecosistemas costeros pueden secuestrar grandes cantidades de carbono, sino también a que desempeñan un papel importante para proteger las costas de la erosión y reducir las repercusiones de las marejadas ciclónicas y el aumento del nivel del mar.
La vegetación que crece en las zonas costeras puede ayudar a mejorar la calidad del agua filtrando los contaminantes, favorecer la biodiversidad proporcionando hábitat a diversas especies y servir de criadero para peces y mariscos.
Estos factores muestran cómo los ecosistemas costeros con vegetación ayudan a que las personas y las comunidades sean más resilientes ante el cambio climático y los fenómenos meteorológicos graves conexos, ya que protegen las zonas costeras de los fenómenos meteorológicos relacionados con el cambio climático y, al mismo tiempo, ayudan a proteger la vida marina.
Las raíces, tallos y hojas de las plantas de los organismos que habitan los ecosistemas costeros capturan el carbono orgánico (C). (Infografía: A. Huescar Barber/OIEA)
¿Qué puede aportar la ciencia nuclear?
Los sedimentos que se acumulan en las praderas marinas, los manglares y las marismas se pueden analizar para ayudar a detectar cambios en el medio ambiente a lo largo del tiempo, en períodos del pasado que abarcan desde unos pocos años hasta millones de años. La capacidad de los ecosistemas costeros con vegetación para secuestrar y almacenar carbono en sus sedimentos se puede medir a través de técnicas nucleares e isotópicas.
Los Laboratorios del OIEA para el Medio Ambiente Marino en Mónaco utilizan estos elementos para determinar las tasas a las que se acumula el carbono orgánico en los sedimentos marinos utilizando muestras de testigos de material sedimentario procedentes de ecosistemas costeros con vegetación. Los testigos de material sedimentario se recogen mediante largos tubos de plástico que, durante el muestreo, pueden preservar las capas de sedimentos acumuladas a lo largo del tiempo.
En combinación con algunos radionucleidos artificiales como el cesio 137 (137Cs), el isótopo radiactivo natural plomo 210 (210Pb) se utiliza para determinar las velocidades de sedimentación de los sedimentos en plazos de diez años hasta aproximadamente 100 años, período durante el cual los efectos antropogénicos en el medio ambiente han aumentado de forma considerable.
Estas técnicas comprenden la separación radioquímica y las mediciones por espectrometría alfa y gamma adaptadas a cada isótopo. La información obtenida se combina con la medición del contenido de carbono orgánico y sus isótopos en los registros sedimentarios aplicando métodos de espectrometría de masas para evaluar las reservas de carbono orgánico y las tasas de enterramiento.
Recolección de testigos de material sedimentario (en la imagen) en una pradera marina en Zanzíbar (Tanzanía) para su evaluación. Utilizando herramientas nucleares, los científicos del OIEA colaboran con un amplio abanico de instituciones científicas para determinar las tasas de acumulación de carbono en los ecosistemas costeros con vegetación. (Fotografía: G. Gispert)
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