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domingo, 25 de noviembre de 2018

 El Hambre en el mundo.

El crecimiento de la población en los países al sur del Sáhara genera preocupación en Europa y aparece señalado como el causante del hambre, la pobreza y las migraciones hacia el Viejo Continente.                                            

CARLOS LAORDEN 

 Lo que hace falta en África son más condones”.                                                                

¿Con tanta gente en el mundo no podremos salvar el planeta”...                                     

 Preguntas y opiniones como estas proliferan en las redes sociales y en los comentarios ante las noticias sobre el aumento de la población (países como Níger podrían multiplicar su número de habitantes por cuatro en 2030 y por 10 en 2050) la prevalencia del hambre (dos de cada 10 africanos no comen lo suficiente) y las migraciones en —y sobre todo, desde— África subsahariana. 

Las proyecciones demográficas mundiales —se prevé que en 2050 el número de seres humanos supere los 9.000 millones y se acerque a los 10.000—, especialmente impresionantes en el caso africano, son vistas con preocupación por los países ricos, donde muchos hablan ya de una bomba demográfica africana. De los nueve países que concentrarán la mitad del crecimiento poblacional de aquí a 2050, cinco son africanos (Nigeria, R.D. Congo, Etiopía, Tanzania y Uganda). 
Y otros como Angola, Burundi, Níger, Somalia, Zambia y la propia Tanzania multiplicarán por al menos cinco su número de ciudadanos.
Hoy hay 1.256 millones de africanos; en 2050 se espera que sean el doble; es decir, el continente acapara casi la mitad del crecimiento de la población mundial.
“El problema es que no miramos las cosas con perspectiva: este proceso no es ninguna peculiaridad africana, sino un ciclo por el que otros ya hemos pasado antes”, sostiene Julio Pérez Díaz, experto en demografía del Centro Superior de Investigaciones Científica (CSIC) español. 
“En la segunda mitad del siglo pasado se hablaba con miedo del crecimiento de la población en Asia, especialmente en China: hoy allí hay tasas de fecundidad parecidas a las europeas”, añade.
Fuentes: UNPD y FAO.ampliar foto Fuentes: UNPD y FAO.
El origen de estas tormentas demográficas, según el investigador, es la reducción de la mortalidad, sobre todo de la infantil. Cuando hay un alto número de nacimientos (por motivos religiosos, culturales o puramente económicos) y de pronto se multiplica el porcentaje de niños que alcanzan la edad adulta, el crecimiento poblacional se dispara. Y, aunque queda camino por recorrer, es lo que esta pasando gracias a los avances en atención sanitaria: las  han caído más de un 30% muertes de niños menores de cinco años en África sub-sahariana desde principios de siglo.

Pero ese crecimiento poblacional, según Pérez Díaz, tiende a estabilizarse: “Si los bebés que traes al mundo no se mueren y llegan a reproducirse, ya no hace falta tener seis hijos por mujer para que la población no se extinga. Es la misma tendencia que siguen todos los países menos desarrollados del mundo, no solo los africanos.
Y cuando se extiende la visión de una familia con pocos hijos a los que se puede cuidar, la gente lo aprecia y adopta, porque para cualquier persona es un drama que se le muera un niño”, añade el demógrafo del CSIC. 
La posibilidad (y la obligatoriedad) de ir a la escuela, los programas de alimentación escolar, los cuidados sanitarios… 

El experto sostiene que, al contrario de lo que pudiera parecer, todas esas redes no incitan a tener más hijos, sino a tener menos y atenderlos mejor. "Así que ni bombas demográficas ni nada parecido, es una consecuencia normal del desarrollo", apunta.
Proyecciones de población en África. Fuente: UNDPProyecciones de población en África. Fuente: UNDP

El desaparecido médico y estadístico Hans Rosling, famoso por su labor divulgativa sobre salud y demografía, solía decir que el modo de detener el crecimiento de la población en estos países es precisamente ese: mejorar las perspectivas de quienes nacen. “Por eso es tan importante invertir en la infancia de estos lugares, porque es la única forma de alcanzar un tamaño de la población que sea sostenible”, mantenía el sueco.
El ministro español de Exteriores y Cooperación, Josep Borrell, iba en la misma línea cuando advertía el pasado 4 de julio en el Congreso de los retos en materia migratoria. “La solución no es levantar muros”, defendía el ministro. “Es darles oportunidades en su tierra y controlar el crecimiento de la población para que el desarrollo pueda llegar a todos”.

Cómo alimentar a todos

Y eso —el desarrollo— pasa necesariamente por reducir las tasas de hambre de los países del continente. 
Hace un par de siglos, el clérigo británico Thomas Robert Malth

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